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La conquista y la propia colonización musulmana llevada a cabo en la península ibérica, conocida como Al-Andalus, tuvo como consecuencia que los nobles visigodos tuviesen que replegarse y reagruparse tras la pérdida de Toledo. De esta manera, aparecieron pequeños reinos cristianos al Norte de la península, que sirvieron como contención a la expansión árabe por Europa.
La primera gran victoria de los nobles visigodos bajo la dirección de Pelayo fue la batalla de Covadonga en el año 722. De esta acción surgió el reino de Asturias con su capital en Oviedo como centro de organización visigodo.
La actitud de los visigodos ante cada avance que conseguían era poblar el territorio conquistado, de esta manera inició la reconquista cristiana, un proceso que duró más de siete siglos.
Seguidamente, te hablaré sobre los reinos cristianos, la reconquista ibérica y el proceso de repoblación cristiana.
Primeros reinos cristianos de la Reconquista
Reino de Asturias
Tras la caída del reino visigodo solo hubo una porción del territorio hispano que quedó libre de la dominación musulmana. Esta región se encontraba ubicada en las montañas del norte de la península.
Esta región siempre había sido resistente a integrarse a potencias extranjeras, primero se opusieron a los romanos y luego a los visigodos.
El primer núcleo político visigodo y cristiano fue el de Astur o Asturias. En el año 722, Pelayo protagonizó un enfrentamiento con su ejército de astures a las tropas musulmanas comandadas por Alqama.
La derrota de los musulmanes marcó el inicio del proceso conocido como Reconquista.
El liderazgo del noble visigodo Pelayo se hizo valer y como consecuencia de esta batalla nació el nuevo reino de Asturias.
Con posterioridad, Alfonso I (739-757), aprovechó algunas deficiencias del ejército musulmán y lo atacó en la meseta del Duero, con estas acciones logró expandir las fronteras del reino con una franja de terreno que abarcaba Galicia, el Duero y el Nervión. Estos territorios fueron poblados por mozárabes.
Alfonso II (791-842) buscó establecer un vínculo entre el nuevo reino de Asturias y el antiguo reino Visigodo.
Durante su reinado fueron encontrados los que consideraron como los restos del apóstol Santiago en el territorio de Galicia. Este hecho sirvió de justificación para que los guerreros cristianos defendieran la región atravesada por la ruta del camino de Santiago.
En el año 856 el Rey Alfonso III logró consolidar su dominio sobre el Duero y tomó la ciudad de León, a la cual trasladó su capital, constituyendo de esta manera el reino de León.
Estas tierras fueron pobladas por labriegos de la montaña y cristianos que huían del territorio musulmán. Este territorio pasó a estar bajo propiedad de los nuevos colonizadores bajo la figura de las llamadas presuras.
Esta figura fue el inicio del repoblamiento y permitió la rápida colonización de los territorios ganados a las fuerzas musulmanas.
A la muerte de Alfonso III, su reino fue dividido entre tres de sus hijos: García, quien fundó el reino de León con territorio de Álava, Castilla y el propio León; Ordoño tomó posesión de Galicia y Portugal y Fruela quien se quedó con Asturias.
Reino de León
En el siglo X, el reino de León había logrado expandir sus territorios más allá del Duero a las regiones de Salamanca y Coimbra.
Los descendientes de García, Ordoño II y Sancho Garcés I de Pamplona enfrentaron en varias ocasiones a las tropas de Abderramán III al oriente del Duero, resultando perdedores.
Más adelante Ramiro II (931-951) lograría la victoria en Simancas (939), a la que también sucedieron otras victorias por parte de sus sucesores.
Sin embargo, esta expansión cristiana hacia el sur del Duero se vio frenada por la reunificación de Al-Andalus que logró Abderramán III al crear el califato de Córdoba en el año 929.
Reino de Castilla
Originalmente el territorio del condado de Castilla era la zona más oriental del reino de León, se entraba aunque regularmente bajo asedio musulmán a través del Duero.
Este condado durante los siglos IX y X mantuvo autonomía en relación con los reyes de León, hasta que en el año 951 (tras la muerte de Ramiro II, rey de León), el conde de Castilla Fernán González proclamara su independencia con respecto al reino.
Luego, el hijo de Sancho III, Fernando I (1032-1065) será proclamado rey de Castilla, seguido por Sancho II y Alfonso VI.
Reino de Pamplona
Originalmente el reino de Pamplona tuvo su origen en torno a esta ciudad (ubicada en el Pirineo Occidental) durante el siglo IX bajo el gobierno del rey Iñigo Arista.
Sin embargo, en el siglo X Sancho Garcés I (905-925) logra la consolidación del territorio del alto Ebro, bajo el nombre de reino de Pamplona.
En el siglo XI, Sancho III convirtió a Navarra en el bastión de la cristiandad en contra de los musulmanes. Este rey aprovechó la muerte de Almanzor, un hecho que mermó la fortaleza árabe, para iniciar un período de expansión del reino de Pamplona.
Durante este período temporal, el propio reino alcanzaría su máxima expansión, uniendo los territorios de Sobrarbe y Ribagorza, luego el País Vasco y por vía de la alianza matrimonial de Sancho III, el territorio de Castilla.
No obstante, cuando muere Sancho III, el reino se dividió entre sus hijos, García heredó Navarra, Ramiro se quedó con Aragón y Castilla le correspondió a Fernando.
Estas tres entidades se convertirían en el siglo XII en los reinos de Navarra, Aragón y Castilla, reinos cristianos que se mantendrían con cierta autonomía durante un largo período de la Edad Media.
La unificación cristiana y el impulso de la Reconquista
El impulso a la reconquista intentado por Sancho III fue continuado por su hijo Fernando, quien logró anexar al reino de Castilla el territorio de León, creando así el reino de Castilla y León.
La disolución del califato de Córdoba en los correspondientes reinos de taifas permitió que reyes como Fernando I de Castilla y León, Sancho Garcés IV (García) de Pamplona y Sancho Ramírez (Ramiro) de Aragón, se valieran de la debilidad de las taifas para someterlas a su protectorado.
La fortaleza temporal de los reinos cristianos del norte les permitió armar sus ejércitos y expandir su territorio.
En el siglo XII, el reino de León y Castilla ya había logrado la reconquista de Toledo, abriendo así un camino hacia la reconquista del sur.
Sin embargo, una nueva fuerza hizo presencia en Al-Andalus, el ejército almorávide, proveniente del Magreb.
En el año 1166, Alfonso VIII, rey de Castilla, logra crear una alianza con los reinos de Navarra y Aragón, además del condado de Portugal. Creando así una importante fuerza de reinos cristianos.
Estas dos potencias tuvieron su confrontación definitiva en el siglo XIII, año 1212, en la localidad de las Navas de Tolosa, donde se libró una batalla definitiva que marcó el inicio de la caída de Al-Andalus.
Los reinos cristianos lograron con esta victoria recuperar prácticamente todo el territorio de la península ibérica exceptuando Granada.
Posterior a esta batalla, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV contrajo nupcias con Petronila, que era hija del rey de Aragón, tras cuya muerte unificó la corona y los condados para luego proceder a integrar el resto de Cataluña bajo su poder.
De esta manera, a inicios del siglo XIV todos los reinos ibéricos eran cristianos a excepción del reino de Granada.
Etapa final de la Reconquista en el siglo XV. El Reino de Castilla y Aragón
Los reinos cristianos de Aragón y Castilla iniciaron un proceso de acercamiento que se completó en el año 1469 con el matrimonio entre Fernando, rey de Aragón, e Isabel de Castilla, surge así la figura de los Reyes Católicos.
Esta alianza desarrolló una política de consolidación y dominio político y militar de los territorios y las entidades bajo su poder.
Entre sus políticas de consolidación figuran una serie de campañas militares en contra del reino de Granada que culminaron en el año 1492 con la toma y la capitulación de Granada por parte del Emir Boabdil de la dinastía Nazarí.
Con esta acción se culminó el proceso de reconquista ibérica, 780 años luego del desembarco de Abderramán I en la península.
El reino de Castilla y Aragón unificó todos los reinos cristianos de la península bajo su poder salvo el de Portugal.
En los siglos sucesivos este reino se convertiría en una de las principales potencias de la historia de la humanidad.
La repoblación
El proceso de avances y retrocesos, políticos y militares que caracterizaron la Reconquista, entre los siglos IX y XI, fue acompañado de una política permanente de repoblación y colonización de los territorios conquistados.
Los reinos cristianos dividían sus territorios en circunscripciones, a cada una de estas se le asignaba una ciudad o una villa que cumplía la función de capital. El resto de aldeas eran habitadas por campesinos libres, a estos se les asignaban territorios o fueros que debían defender.
Así se poblaron los valles de los ríos Duero, Tajo y Ebro. Los hombres libres que allí habitaron, por lo general, eran cristianos del Sur (mozárabes) que migraron hacia el Norte huyendo de la persecución religiosa, también hubo habitantes de las montañas que allí se instalaron.
A partir del siglo XI las campañas de Sancho III y su hijo Fernando I, entre otras, sirvieron para que los reinos cristianos pudieran conquistar nuevos territorios que estaban poco poblados.
En estas regiones conquistadas se crearon latifundios o donadíos que fueron entregados a señores nobles, a las órdenes religiosas y a las órdenes militares como las de Santiago, Alcántara y Temple.
También existió la figura de heredamientos que eran porciones más pequeñas de terrenos entregados a hidalgos, caballeros y peones.
Los señores de la tierra consideraban a los campesinos como siervos a su servicio. Este tipo de repoblación se dio en alguna áreas como La Mancha, Baleares, Valencia, Murcia Extremadura o la propia Andalucía.
La sociedad
Los reinos cristianos se caracterizaron por su tolerancia y diversidad cultural. Sus habitantes profesaban diversas religiones y tenían orígenes étnicos muy variados.
En los reinos cristianos convivieron cristianos visigodos, mozárabes, judíos y musulmanes conocidos como mudéjares.
La influencia de estas culturas se puede notar en la lengua, también en el arte, en definitiva, en la cultura en general, Igualmente en el desarrollo de conocimientos en diversas ramas como la astronomía, la agricultura, la arquitectura, el álgebra y la filosofía.
Las ciudades de los reinos cristianos
Las ciudades eran los centros de la vida de los reinos cristianos. Eran amuralladas y dentro de sus límites contaban con estructuras como hospitales, hospedajes, y viviendas.
Los principales materiales de construcción eran la piedra y la madera, las calles solían ser angostas y no había mucha salubridad. En los espacios de la ciudad convivían los animales domésticos con las personas.
Las edificaciones de la ciudad marcaban las diferencias sociales. Los principales edificios eran las catedrales, el ayuntamiento y las residencias de los nobles.
El centro de la vida pública se organizaba en torno a las plazas, y alrededor de ellas se organizaban los barrios en parroquias donde habitaban las personas comunes.
Las actividades económicas con mayor desarrollo de la época fueron la agricultura y el comercio de los productos artesanales y de los alimentos.