La principal ciudad de Galicia abre los brazos de su ría para recibir a los asombradísimos turistas que ingresan a la ciudad para maravillarse con sus encantos. Vigo, una ciudad verde y roja, asomada al mar por encima de su puerto, donde puede disfrutarse de toda una ordenada mezcla cultural, gastronómica y social.
Ubicada a casi 600 kilómetros de Madrid y a solo 154 kilómetros de Oporto, Vigo mira al Atlántico sin negar su tradición ibérica ratificada en su carácter orgullosamente gallego. Visitarla es descubrir su típico sabor, las vistas desde el castillo del Castro y el colorido desde la plaza de Compostela.
Si la visita en verano tendrá a su disposición bellísimas playas atlánticas y las islas de Cíes, además de la posibilidad de ir de compras de artesanía en mercados semanales y en lujosas tiendas que tienen en la ciudad sus sucursales, en calles y avenidas llenas de la magia gallega.
Vigo va entre la modernidad y la tradición
La mayor ciudad gallega navega a iguales aguas entre la modernidad y la tradición. Su centro es ese espacio pegado del ensanche en el que pueden encontrarse, fácilmente, vestigios de sus murallas. Piérdase por las calles Palma, Oliva o Real, y atraviese a cada paso senderos del viejo pueblo adosado a uno de los puertos más activos de España, caminando hasta la Colegiata como conocen en la ciudad a la concatedral, la iglesia de Santa María.
Si de museos se trata, avance hasta la milla de oro donde están ubicados los más destacados centros culturales de toda Galicia: el museo Marco, el centro social Afundación, la casa das Artes y la fundación Barrié, con una amplísima oferta durante todo el año.
Toda esta mezcla de historia y cultura convive entre los sonidos milenarios del puerto de Vigo, punto de recale de miles de embarcaciones de pesca que recorren buena parte del Atlántico Norte. En la zona vieja se puede disfrutar de la mejor gastronomía marina que existe en España.
Una ciudad con mucha naturaleza
Quien mire a Vigo desde el aire ve una enorme ciudad verde. La visión no es equivocada porque tiene una buena provisión de parques. Algunos de ellos envuelven algunas elevaciones de la ciudad, como el monte A Guía, donde las esposas de los marineros prendían hogueras como faro; el monte O Castro, coronado por el castillo y jardines del mismo nombre; o el A Riouxa, de 60 hectáreas, en el barrio de Teis.
Costa afuera, en el parque nacional Illas Atlánticas, están las islas Cíes, tres islas (Monte Agudo, O Faro y San Martiño). Agudo y O Faro están unidas por un largo arenal que conforma la playa de Rodas, calificada en publicaciones especializadas como una de las mejores playas del mundo.
De aguas cristalinas, arenas blancas y tonos de mar que van desde verde a azul pasando por turquesa, están conectadas con la ciudad por lo que es muy fácil llegar a ellas para hacer cualquier actividad natural, con todo el respeto que merece un ecosistema especial, delicado y protegido como éste.
Placeres gastronómicos, color, calor y sabor
En su relación de dependencia entre ella y el mar, Vigo ha mantenido la tradición gallega de la más alta cocina, llevando las recetas ancestrales de los productos marinos a niveles extraordinarios y multisensoriales. En la ciudad pueden encontrarse cientos de restaurantes especializados en todo tipo de platillos, con predilección al recetario creado en esta zona española.
Las banderas de la cocina viguesa son la empanada gallega, que admite todo tipo de relleno pero que en Vigo alcanza el éxtasis con la receta de zamburiñas (un bivalvo parecido a la vieira) y el pulpo a feira, cocido y servido con aceite de oliva, sal gruesa y pimentón dulce o picante.
Y después de una maravillosa cena con afrodisíacos toques marinos, la noche de la ciudad está abierta con una fantástica oferta de vida nocturna a la que puede accederse en viaje directo en avión desde Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia y las islas Canarias.
Si quieres que una ciudad te sorprenda, esta es una excelente opción para tomar en cuenta cuando planifiques tus próximas vacaciones.
